Coloquio en la reja

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       A Lucía

…si pudiera llevarme dos músicas a la tumba, William, al menos grabadas en un pen drive para poder introducirlas discretamente en el más allá, serían el vocerío infantil de un patio de recreo y la provocada por los instrumentos que son afinados en el foso de la orquesta antes de un concierto. No te rías William, son estas músicas y sus melodías entrecruzadas las que formando acordes imposibles más placer me han dado.

La primera de ellas, si cierro los ojos aquí en mi jardín…casi puedo sentirla, transportada por la brisa del aire que me acerca el barullo interior de las casas cerradas. Son niños atrapados y alegres o al menos eso parece. Murmullos, regañinas, silbidos que se confunden con el canto de los pájaros. Este canto, William, es distinto al de antes… suena luminoso, transparente y limpio, cargado de interrogantes.

Viendo las bandadas cruzar mi patio de vecinos, en pleno centro de Madrid, las veo un poco como flipando ante el vacío de las calles y la falta del humo denso de los coches, esas carreras humanas contrarreloj fijando la mirada en un suelo de agujeros que no nos permite mirar el cielo y su esplendor.

¡Silbando con los pájaros un rato me doy cuenta de que no son ellos! Silbo y me responden, complico el silbido y me responden con el mismo juego de notas, voy a silbar una canción difícil William, hoy el cuerpo me pide La Belleza de Aute….

…Te he pillado ser o pájaro desconocido que te ocultas en algún lugar de mi barrio, entre visillos, te cuesta repetirlo ¿eh?, ¿Serás quizá un niño que no conoció a Aute? Mañana te lo complicaré aún más y te silbaré Slowly…

Hay brisa,

cierro los ojos,

y sueño

brisa, sol y sal…

En la playa de Churriana huele a espeto de sardinas William, y la gente está escondida bajo las tremendas palmeras. Agua helada y familias de marrajos que no sé si van o vuelven del patio de recreo de su colegio…quiero sentir el calor y la sal, y el sol. De hecho lo siento aquí y ahora, abrasando mi blancura invernal sin protección solar. Y quiero quitarme la arena de entre los dedos de los pies, y luego de entre los dedos de las manos… por favor que alguien me tire un poco de arena aunque sea por la cara.

La otra música William, es la creada por los instrumentos que se apiñan en el foso de la orquesta. Tengo prisa por coger mi butaca, ya tengo el programa de mano con su aroma a pantone recién horneado, quiero acomodarme, cerrar los ojos, sentirla. Es un discurso auditivo inconexo pero con luz propia, balsámico como una crema hidratante que calma las quemaduras del sol en la playa de Churriana. Algunos instrumentos afinan, otros repasan los pasajes difíciles, los vientos calientan…qué maravilla William. Por muchos discos que escucho no logro encontrarla, un mes llevo así enloquecida, en pleno brote primaveral.

Es algo único, insustituible, irrepetible…es cóncavo y convexo, de colores como un cubo de Rubik desorganizado pero que forma un todo, fresco y abrasador, suave y ensordecedor. Nunca se graba ni se retransmite, es una pócima secreta de códigos solo disponible para los que viven el momento… No hay casa, ni patio de vecinos ni playa que pueda reproducirla. Es algarabía y tormento, fiesta y desconsuelo, pasión y nostalgia, vida y muerte, es mi mundo William, es arte en vivo, es Europa.

…Y deja de reírte, ya sé que no hay mal que cien años dure…

Abril 2020


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5 comentarios en “Coloquio en la reja”

  1. Gracias mil.
    ¡Que maravilla! he recorrido contigo cada visión, escuchado cada nota y sentido el tacto, el olor y hasta el calor en la piel. La mente es maravillosa y nuestra gran aliada para que nos apoyemos en ella.
    No dejes de regalarnos estos destellos, que como tu son una semilla de fuerza en nuestras vidas para crecer en nosotros mismos y enriquecer a otros en una espiral de belleza y bondad.

  2. Luis de la. Peña

    Qué maravilla!! Que dos familias de sonido tan inspiradores para un más allá. Sigue insistiendo con el pájaro… dale tiempo !!!

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