…Recuerdo un día conversando con una amiga psicoterapeuta, la había llamado para consultarle sobre un tema que me preocupaba, algo que sentía rumiar de forma permanente en mi consciencia. Al cabo de un rato de charla, ella, que escuchaba atentamente mis avatares me dijo, debes tener claro que lo que me cuentas es un pensamiento, pero no tiene por qué ser la realidad…
Caramba, qué atrevida, un silencio creativo, de esos en los que ocurren los milagros, recorrió el hilo telefónico durante unos segundos.
Si esto no es la realidad, sino sólo un pensamiento, ¿qué hago con ese pensamiento?, ¿cómo me relaciono con él? Aquél descubrimiento provocó en mí la puesta en escena de algo nuevo y valioso, la consciencia de que mis pensamientos no son la realidad sino una representación de la misma. Creamos historias sobre nuestras propias vidas y esto ocurre al menos 60.000 veces al día, tantas veces como número de pensamientos podemos producir en una jornada, la mayoría de ellos sobre nosotros mismos y muchos negativos.
Vayamos despacio, ya que este descubrimiento puede ser importante también para vosotros.
Son nuestras experiencias, los conocimientos que vamos adquiriendo a lo largo de la vida, las circunstancias que nos rodean, lo que otros han proyectado sobre nosotros en nuestra infancia, lo que va tejiendo a nuestro alrededor una red muchas veces ilusoria de la realidad y de nosotros mismos. Ser capaz de romper esa red es lo que en psicología cognitiva denominan defusión, o lo que es lo mismo, como una infusión pero al revés, ser capaz de ver la sustancia herbácea separada del agua después de mezclarla. (Este increíble ejemplo que acabo de dar y no entiendo ni yo debe ser fruto de mi pensamiento simbólico…)
Todo un milagro esto de la defusión, he buscado la palabreja en el Diccionario de la RAE pero no existe y el diccionario me lleva a delusión, concepto o imagen sin verdadera realidad, deformación de la realidad a partir de una percepción errónea o distorsionar la realidad a partir de las creencias.
Esto si se acerca ya más a las herramientas que utilizamos en coaching para ayudar a nuestros coachees a identificar esas creencias que nos limitan y convertirlas en potenciadoras. Es decir, una persona podría tener un pensamiento recurrente, “no valgo para nada, soy un inútil”. Es probable que este pensamiento haya sido grabado en su mente por unos progenitores poco conscientes, y reafirmado por la propia persona a lo largo de la vida, y este pensamiento se puede convertir en una creencia limitante que le acompañará siempre salvo que la haga consciente y trabaje para convertirla en una creencia potenciadora transformándola en algo similar a: “tengo valor, soy útil”.
Y qué pasaría si en vez de pensar “soy un inútil”, pienso…”tengo el pensamiento de que soy un inútil”… Pues ahí es donde se produce la defusión, la separación, el reconocimiento de que lo que pienso es tan sólo eso, un pensamiento y no la realidad.
El objetivo sería trabajar de forma consciente para conseguir una distancia que nos permita ser observador de nuestros pensamientos, reconociendo que no siempre se ajustan a lo real. Aceptar los pensamientos como sólo palabras, imágenes, historias, dejarlos pasar, nos ayudará a quitar su capa negativa y a acercarnos a una visión más clara y transparente de la vida, volver en cierta manera a ser niños.
En PNL (programación neuro lingüística), una técnica creada por Richard Bandler y John Grinder en California, en la década de 1970, muy utilizada en coaching, se habla de elegir “las gafas con las que ver la vida”, ya que una gafa rosa nos hará ver todo de color de rosa y una gafa muy negra no nos permitirá ver la luz con claridad.
¿Con qué gafas veo la vida? ¿Qué gafas quiero? ¿Podría limpiar de alguna manera mis gafas para mejorarlas? ¿Qué me impide cambiarlas? ¿Las he elegido yo? Os dejo estas preguntas reflexivas, también simbólicas para el fin de semana, junto a la imagen de una maravillosa playa de arena azul, ¿o es gris? Y por cierto… ¿es una playa?
Me llega este post en el momento más oportuno, no cabe duda de lo que nos hablábas en clase, cuando entras en sintonía, todo fluye, todo llega sólo.
Gracias Jenny y enhorabuena por ponerte en marcha